Por: Cobarrubias-García, M.A.
Durante casi 20 años trataron de desacreditar su teoría, pero al final, obvios resultados mostraron que tenía razón, sobre la creciente amenaza del uso de los gases CFC (clorofluorocarburos), para la capa de ozono, siendo una de las causas más graves: el agujero en la capa de ozono. Las emisiones de ciertos gases CFC que emanan de algunas fábricas están acabando con un filtro indispensable para mitigar los efectos dañinos que las radiaciones ultravioletas de los rayos solares pueden provocar sobre la salud.
El descubridor de esta amenaza fue el científico Mexicano Mario Molina, quien el 11 de octubre de 1995 recibió el Premio Nobel de Química, en reconocimiento de sus investigaciones en este campo. El galardón fue concedido también a su amigo y colaborador el químico Sherwood Rowland, de la Universidad de California, artífice con él de estos descubrimientos y al danés Paul Crutzen, del Instituto Max-Planck de Química de Mainz, Alemania.
Investigaciones
En 1972 Mario Molina se unió con quien sería su gran colaborador hasta la obtención del Premio Nobel: el profesor Sherwood Rowland. Juntos investigaron las propiedades químicas del átomo en procesos radioactivos. Rowland ofreció a Molina varias líneas en las que desarrollar sus investigaciones. Solo una le cautivó: averiguar el destino de algunas partículas químicas inertes derivadas de procesos industriales (los clorofluorocarburos (CFC)), acumulados en la atmósfera y cuyos efectos sobre el medioambiente no habían sido tenidos en cuenta hasta ese momento.
El 28 de junio de 1974, Mario Molina y Sherwood Rowland daban cuenta de los resultados de sus investigaciones en un artículo publicado en la revista Nature. En él advertían de la creciente amenaza que el uso de los gases CFC suponían para la capa de ozono, aviso que en aquel momento fue criticado y considerado excesivo por un sector de investigadores. Tras arduas deliberaciones, Molina y Rowland consiguieron la aprobación a sus tesis en encuentros científicos internacionales y estuvieron presentes en las reuniones en las que se fijaron los parámetros de control que debían hacer cada país en la emisión de CFC.
Molina también posee los premios Tyler (1983) y Essekeb (1987) que concede la American Chemical Society, el Newcomb-Cleveland, de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (1987), por un artículo publicado en la revista SCIENCE que explicaba sus trabajos sobre la química del agujero de ozono en la Antártida. Y la medalla de la NASA (1989) en reconocimiento a sus logros científicos.
En 1989, Mario Molina pasó a trabajar en el Departamento de Ciencias Atmosféricas, Planetarias y de la Tierra del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) como investigador y profesor. Y en 1994, su trabajo le brindó otro reconocimiento, en este caso del presidente de Estados Unidos, que le nombró miembro del comité que le asesora sobre asuntos de ciencia y tecnología, al que pertenecen 18 científicos.
El punto culminante de su trayectoria de trabajo y perseverancia en pro de su preocupación por un problema que afecta a todo el planeta llegó el 11 de octubre de 1995. Mario Molina recibía, junto con Rowland el Premio Nobel de Química por ser los pioneros en establecer la relación entre el agujero de ozono y los compuestos de cloro y bromuro en la estratosfera. El galardón también se concedía al danés Crutzen, del Instituto Max-Planck de Química de Mainz (Alemania) quien halló en 1970 que los gases contaminantes tienen un efecto destructor en esa capa, sin descomponerse.
El 4 de diciembre de 1995, Molina, Rowland y Crutzen fueron premiados además por el Programa de la ONU para el Medioambiente (UNED), por su contribución a la protección de la capa de ozono.
Así pues, Molina y Rowland establecieron que los gases de clorofluorocarbono (CFC / CFC) son perjudiciales para la capa de ozono. Los CFC están presentes principalmente en sustancias tales como aerosoles, espumas y refrigerantes, que poden viajar a la capa de ozono. Cuando las moléculas de radiación UV se divide en sus componentes individuales, se obtienen de átomos de cloro que actúan como catalizadores para la conversión de ozono en oxígeno. Los átomos de cloro son la causa principal del agotamiento del ozono.
NOTA: la capa de ozono es afectada naturalmente por la actividad volcánica en la Tierra y por la emisión de productos libres de clorofluorocarbono CFC (se inventaron en 1929, mientras se buscaba una nueva sustancia que no fuera tóxica y que pudiera actuar como un refrigerante seguro), tanto para uso personal como aerosoles, como para uso doméstico, refrigeradoras con refrigerante ecológico, muebles con espumas expandidas con elementos libres de Cloro, extintores libres de halones, solventes libres de Cloro, etc.
El trabajo de Crutzen, Molina y Rowland ha ampliado la comprensión de la química de la capa de ozono. El resultado de estas investigaciones ha sido el sustento científico para crear la normatividad y legislar y regular las emisiones de CFC para prevenir el agotamiento reducción de la capa de ozono. Más de una década antes de que se descubriera el agujero de ozono antártico, su investigación provocó la respuesta internacional para controlar las emisiones de CFC para proteger la capa de ozono. Se estima que se requerirá casi 100 años para que la capa de ozono pueda recuperarse plenamente.
La capa de ozono Polo Norte y Sur: NASA. |
Planteamiento inicial de la investigación.
Mario Molina ha señalado que cuando eligió el proyecto para investigar el destino de los CFC en la atmósfera, lo hizo simplemente por curiosidad científica. No consideró las consecuencias que conllevarían sus estudios. Pero cuando se dio cuenta de la envergadura de su descubrimiento, se asombro, porque su aporte no sólo ha contribuido a la comprensión de la química atmosférica, sino que además ha supuesto un profundo impacto en la conciencia ecológica de todo el mundo.
La pregunta inicial fue:
· Si la pérdida de ozono polar observada fue de origen de la actividad humana, o simplemente un fenómeno periódico natural, nunca antes evidenciado.
· Una prominente teoría presentada al principio para explicar este fenómeno es la principal causa dinámica atmosférica por las temperaturas extremas. Otra teoría sugiere que el ciclo solar de 11 años fue responsable para el efecto.
Conclusiones
Aún queda mucho por aprender sobre química estratosférica - y, más términos generales, acerca de la física y la química de la atmósfera global. Por otra parte, la relación causa y efecto entre humanos y el uso de productos químicos que producen el agotamiento ozono, está bastante bien establecida ahora: las evidencias vinculadas con el agujero de ozono antártico son muy grandes.
El estratosférico problema del ozono nos ha demostrado que la humanidad es absolutamente capaz de afectar significativamente a la atmósfera a escala mundial: los efectos más notables son los CFC emitidos en su mayoría en el norte, que se ven tan lejos de las fuentes, es decir sobre el Polo Sur. Este problema mundial también ha nos ha mostrado que diferentes sectores de la sociedad pueden trabajar juntos - el científico Comunidad, industria, organizaciones ambientalistas, representantes de los gobiernos y los responsables políticos - para llegar a acuerdos internacionales: el Protocolo Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, ha establecido un importante precedente para la solución de los problemas ambientales mundiales”
(http://nobelprize.org/nobel_prizes/chemistry/laureates/1995/molina-lecture.pdf).
Referencias:
- Meier, W.N., J. Stroeve, and F. Fetterer, 2007. Whither Arctic sea ice? A clear signal of decline regionally, seasonally and extending beyond the satellite record, Ann. Glaciol., vol. 46, pp. 428-434.
- http://nobelprize.org/nobel_prizes/chemistry/laureates/1995/molina-lecture.html
- http://www.centromariomolina.org/
- http://www.nasa.gov/home/index.html
- http://www.mtin.es/es/publica/pub_electronicas/destacadas/enciclo/general/contenido/tomo4/104-06.pdf
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